HISTORIA DEL TATUAJE (PARTE I): Ötzi, el Hombre de Hielo

Aunque los tatuajes parezcan una práctica relativamente moderna, la realidad es bien distinta. De hecho, los tatuajes constituyen una práctica tan antigua como el ser humano y una costumbre que ha estado presente en diferentes culturas a lo largo del tiempo.

Si hablamos de la primera persona de la que se tiene constancia que decoró su propia piel con dibujos similares al concepto que tenemos actualmente de los tatuajes, debemos remontarnos a la Edad de Cobre, en el Neolítico, para hablar de Ötzi, una momia de más de 5.000 años de antigüedad, que, según han podido revelar los estudios científicos, habría fallecido con aproximadamente 46 años, alrededor del 3250 a.C.

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El descubrimiento arqueológico fue realizado de manera casual por dos montañeros alemanes en el año 1991, durante una expedición por los Alpes de Ötzal (de ahí que el hallazgo recibiera el nombre de Ötzi) en la frontera entre Austria e Italia. Todo apunta a que se trata de un pastor del Neolítico, un hombre de cabello castaño y largo, que medía cerca de 1,60 metros de altura y que pesaba alrededor de 50 kilogramos. Su cuerpo se conservaba prácticamente intacto gracias al hielo, pues permaneció congelado durante casi 5.300 años, periodo durante el cual se momificó naturalmente debido a las temperaturas extremadamente bajas registradas en el glaciar austriaco en el que fue encontrado.

Pero, sin duda, lo más significativo de Ötzi -a quien también se le conoce como el “Hombre de Hielo”- y que ha llamado especialmente la atención de los investigadores que han estudiado el cuerpo de este pastor neolítico son los más de 60 tatuajes que lucía Ötzi, los cuales han sido catalogados como una de las evidencias más antiguas de esta práctica en el mundo.

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La mayoría de sus tatuajes se localizaban en su muñeca izquierda, pero también presentaba otros en su espalda, así como en ambas piernas. Se ha especulado con que, más que con un significado religioso, los tatuajes podrían haber sido realizados con fines terapéuticos, es decir, como una especie de acupuntura o con una función mágica y curativa, para aliviar los dolores provocados por sus múltiples enfermedades y afecciones. Así lo avalaría el hecho de que los dibujos (consistentes principalmente en líneas) se ubicasen en zonas del cuerpo en las que, según demuestran las diferentes investigaciones médicas de la momia, este hombre prehistórico padecía artritis.

No obstante, aun con todo ello, los expertos no se atreven a descartar al cien por cien que los tatuajes de Ötzi tuvieran una función más simbólica o meramente decorativa.

 

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